Jesús Rodríguez Lenin asistió a una rueda de prensa de Anne Clark y se ofendió porque la comparasen con Patti Smith o Laurie Anderson continuamente en la ronda de preguntas. Él, sin embargo, aún me escandaliza más comparándola con Nico. A mí Clark, a diferencia que a Rodríguez Lenin, me parece muchísimo más fría. Su fórmula durante los años ochenta fue casi invariable: sus recitados visionarios, crónicas de la desesperación de la sociedad moderna con un toque romántico, con voz reflexiva o encendida, contrapuestas a las programaciones de pop electrónico, bailable o ambiental según la ocasión, que tan bien construyeron para ella gente como David Harrow o en su primer álbum Vini Reilly de Durutti Column. En 1987 editaba su tercer disco largo.
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