En el limbo del mainstream alternativo, 1998 fue un año de retornos esperados con mucha curiosidad o con inalcanzables expectativas, bien por tratarse de ausencias prolongadas tras discos memorables (PJ Harvey, Hole, Beastie Boys), por estimar si salían a flote tras un par de bandazos discográficos a medio gas (R.E.M.) o por ver cómo defendían sus segundos discos tras un debut especialmente notable (como Garbage). The Smashing Pumpkins habían explotado definitivamente gracias a los singles extraídos del doble disco Mellon Collie and the Infinite Sadness (1995), y en 1998 regresaron con un disco grabado sin el batería Jimmy Chamberlin en el que además Billy Corgan acabó trabajando prácticamente solo (algo que a su vanidosa figura no le disgustaría), devastado e inspirado por la muerte de su madre y el fin de su matrimonio. Adore suavizaba por la vía intimista y los detalles electrónicos el clásico sonido prog-rock del grupo.
Jordi Bianciotto reseñó el disco en Rockdelux y en el mismo número Joseba Martín (con fotografía de Mikel Martínez) detalló lo que vivió en la presentación del mismo en directo en el museo Guggenheim de Bilbao. Ninguno de los dos parece excesivamente entusiasmado pero para leer otra perspectiva del trabajo de la banda en esa época podéis leer hoy la entrada dedicada al disco en Fade Out Music (For a Blog).
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