La buena acogida de su primer disco Palomine siempre pesó, y ha pesado, sobre el futuro de Bettie Serveert. Cierto es que su estilo, sobre todo una vez atravesado el umbral entre siglos, se ha reblandecido y estandarizado progresivamente, y aunque en sus trabajos más recientes hayan querido acentuar la distorsión ésta viene sin los enteros de emoción a flor de piel que Carol Van Dijk (voz, guitarra) se permitía desplegar en sus primeros discos. Se les quería tanto como a unos Teenage Fanclub, se les alababa como dignos discípulos de Neil Young y The Velvet Underground y pusieron a Holanda en el mapa del rock alternativo a nivel internacional, pero al recapitular a penas nadie se acuerda.
Cuando hablaron con Eduardo Guillot recogían los últimos frutos y alegrías de Palomine, estrenándose en directo en España (solo en Valencia) antes de volver a casa a grabar el difícil segundo disco, y es que lo fue, aunque durante la promoción intentasen quitarle importancia.
Fotografías de Steve Gullick.
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