En la primera mitad de los años ochenta era frecuente recibir la visita de Nina Hagen en España. La artista alemana levantaba tantas pasiones como irritaciones (especialmente irritados se sentían Alaska y Almodóvar en ese reportaje de Informe Semanal donde se les preguntó por ella) y desconcertaba su apabullante eclecticismo musical, al que en 1983 daría otra vuelta de tuerca pasando de entregar uno de los álbumes más espeluznantes, marcianos y vanguardistas de la década (Nunsexmonkrock, 1982) a trabajar con Giorgio Moroder en un Angstlos que todavía no se había materializado cuando s publicó esta entrevista.
Esta es la Nina Hagen que ya había visto un ONVI en California, iluminada por la aparición de Dios ante sus ojos en un hospital y cada vez más entregada a todas estas experiencias paranormales. Glorja y E. Moller la entrevistaron en Nueva York y les hablo de todo eso, de las drogas, de ser madre y de por qué creía que Siouxsie era estúpida.
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