Miro atrás de manera más drástica que hasta ahora, a un número de Rock Espezial (predecesora de Rockdelux en los quioscos) aparecido cuando aún quedaba año y algo para que yo naciera. Sobre Siouxsie & the Banshees no leí de pequeño, pero sí que escuché prácticamente a diario la cinta de Through the Looking Glass (1987) cuando contaba con cuatro años y mis padres la evaluaron como positiva para dejármela junto a otras de Laurie Anderson y Nina Hagen para que me las pusiera en un walkman que me regalaron.
A finales de octubre de 1982, la banda de Siouxsie Sioux se pasó por Madrid para presentar el psicodélico y sensual A Kiss in the Dreamhouse (una de sus cimas creativas) en dos fechas en la sala Rock-Ola; unas veladas que incluso en la biografía oficial de los Banshees se recuerdan como desastrosas y, además de ello, definitivas: el guitarrista John McGeogh (tan colocado que no daba una) abandonó justo después, siendo sustituído por Robert Smith -que no era la primera vez que tenía que hacer de parche precipitadamente, aunque esta vez se unió a la banda durante casi dos años.
Manuel Diumenjo asistió la primera de las noches y en su alucinada crónica da fe del ambiente de fanatismo ciego de los modernos de Madrid (él no traga) y del mamoneo que hubo la noche siguiente en una fiesta privada que se les organizó en un piso de la calle Mayor.
A finales de octubre de 1982, la banda de Siouxsie Sioux se pasó por Madrid para presentar el psicodélico y sensual A Kiss in the Dreamhouse (una de sus cimas creativas) en dos fechas en la sala Rock-Ola; unas veladas que incluso en la biografía oficial de los Banshees se recuerdan como desastrosas y, además de ello, definitivas: el guitarrista John McGeogh (tan colocado que no daba una) abandonó justo después, siendo sustituído por Robert Smith -que no era la primera vez que tenía que hacer de parche precipitadamente, aunque esta vez se unió a la banda durante casi dos años.
Manuel Diumenjo asistió la primera de las noches y en su alucinada crónica da fe del ambiente de fanatismo ciego de los modernos de Madrid (él no traga) y del mamoneo que hubo la noche siguiente en una fiesta privada que se les organizó en un piso de la calle Mayor.
Jajaja, buenisimo, no me gusta Siouxsie, pero el artículo merece la pena.
ResponderEliminarbesos.
Joder, qué viejo me ha hecho sentirme descubrir esto por los interneles...
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