Saber cual es tu grupo favorito, aquel en el que se comunica alguien mediante un lenguaje que por alguna razón encaja con el rompecabezas de tus emociones y tus pensamientos, es algo que -como pasa con los mejores amigos- solo puede saberse con el tiempo. Y a once años vista desde que descubrí a Throwing Muses sé con certeza que son mi grupo; no me hace falta hablarle de ellos a todo el mundo, ni dar la brasa reivindicándolos, ni escucharlos todos los días del año. Kristin Hersh canta y por alguna razón todo tiene sentido.
En 1996 la banda publicó uno de sus discos más accesibles y redondos, Limbo, una vuelta de tuerca al gancho pop del anterior University, envuelto en guitarras limpias y estructuras aún complejas pero más inmediatas, que tristemente marcaba el final de una era ya que decidieron separarse en los primeros meses de 1997 por estar en bancarrota y no poder seguir funcionando como banda, decisión que le costó horrores a Kristin Hersh (que fundó el grupo a los catorce años). Ella y el batería Dave Narcizo estuvieron de promoción en España. Joan Pons pudo charlar con ellos sobre su discografía y Leila Méndez hizo las fotos.