Una ojerosa y resacosa Justine Frischmann se prestaba en mayo de 1995 a que Andoni Candela le hiciera fotos por el Gótico de Barcelona, acompañada de la otra cara visible de Elastica, Donna Matthews. En su primera visita a España, la banda venía rodeada del habitual tira y afloja entre el son geniales/son un timo propio de los hypes ahora y hace veinte años, miradas con escepticismo por sus apropiaciones descaradas de riffs de los Stranglers y Wire, pero esos mismos ojos escrutinizadores no podían hacer otra cosa que rendirse ante un álbum de debut lleno de chulería juvenil cortesía de Justine y desparpajo pop-punk desmarcado de la corriente psicodélica del brit-pop de la época. A Elastica se les echa de menos. En ese paseo por el Gótico también estuvo Jordi Bianciotto, quien nos lo explica.
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